La ocupación media rondará el 80 % por las reservas de último momento en países europeos. Las asociaciones hoteleras de Palma-Cala Major y de la Platja de Palma señalan que no está previsto que cierre ningún establecimiento hotelero en estas zonas durante el mes de septiembre, principalmente por la normalización de reservas con los dos principales mercados emisores a la Isla, el alemán y el británico.
Algunos lugares imponen y estudian medidas para evitar la masificación. Las ciudades turísticas están saturadas. Cada año reciben millones y millones de viajeros dispuestos a explorar los rincones más populares del lugar. Llegan más visitantes de los que pueden absorber. Una afluencia desmesurada de turistas tiene un principal damnificado la riqueza natural y cultural de cada uno de esos destinos.
La popularidad es un arma de doble filo: entre los aplausos y alabanzas se cuelan siempre sinsabores desagradables. A principios del mes de agosto, con la temporada turística de verano lanzada en Baleares a pesar de las condiciones sanitarias, Ultima Hora publicó una entrevista a una pareja de blogueros de viajes que regresaban de visitar Mallorca. A partir de su experiencia defendían que la Isla cuenta con muchos más alicientes que el turismo de borrachera, y que nuestra tierra «no tiene nada que ver con lo que venden en las noticias».
El conseller insular de Turisme se muestra comprometido en buscar soluciones para regularizar los flujos de visitantes. El conseller de Turisme del Consell de Mallorca, Andreu Serra, considera un tanto anecdótica la polémica reciente sobre el Caló des Moro, la emblemática cala de Santanyí de actualidad en estos días del final de agosto. Ratifica que las imágenes con las que se promociona el paraje no están retocadas, y mantiene el compromiso de buscar soluciones para regular los flujos de visitantes, tanto para favorecer una experiencia positiva de estos como para salvaguardar los entornos naturales. «Mallorca tiene mil alternativas a las que acudir, mil rincones con encanto que visitar, y el turismo será sostenible o no será».
La situación acuciante que se ha denunciado en las últimas horas en el Caló des Moro, en Santanyí, no es única de este reducido arenal de arenas blancas y aguas cristalinas que tan solo puede albergar a unas decenas de personas a la vez. Al contrario, podemos encontrar distintos lugares idílicos repartidos por toda la geografía mallorquina que por la afluencia de turistas y visitantes han visto mermado en buena medida su encanto único.