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El coronavirus ha cobrado un alto precio entre los sacerdotes y monjas de la Iglesia católica en todo el mundo, pues ha matado a cientos de ellos en un puñado de países muy afectados.
Entre los fallecidos se encuentra un párroco italiano que llevó el cine a su pequeña comunidad en la década de 1950; un entrañable sacerdote neoyorquino que atendía a adolescentes y a personas sin hogar; y una monja de la India que viajó a su país para enterrar a su padre después de que éste muriera a causa del COVID-19, pero que contrajo el virus ella misma.