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Luego del Golpe de Estado, el director autodidacta
Alejandro Segovia decidió ocultar, en su hogar de Playa Ancha, una película que registraba una experiencia inédita: los balnearios populares del gobierno de Salvador Allende. La obra
Un verano feliz había sido grabada en 1972 al alero del
Departamento de Cine y Televisión de la Central Única de Trabajadores (CUT) y se situaba, principalmente, en la Villa de Turismo Social Carlos Cortés Díaz de la playa Marbella Norte de Rocas de Santo Domingo que durante dictadura fue ocupada por el Ejército transformándose en un centro de detención y tortura.