Zygmunt Bauman La historia del ser humano permite que contemplemos el pasado con un orgullo más o menos moderado. Tenemos motivos para sentir cierta complacencia. Es verdad que los avances políticos, económicos, culturales, entre otros, no han sido fáciles de conseguir; por lo contrario, su obtención fue regularmente la consecuencia del mayor esfuerzo. Los adelantos han llevado, pues, el signo de una pesada perseverancia. Cabe añadir a este complejo panorama el hecho de que los progresos sean provisorios. Nada nos garantiza que las conquistas relacionadas con los derechos humanos, por ejemplo, impidan regresos a la barbarie. Porque, así como se puede realzar la obra del hombre, corresponde asimismo experimentar el estupor, los arrepentimientos, la vergüenza. Somos la Capilla Sixtina y el pensamiento del formidable Platón; no obstante, nos representan también los campos de concentración.