Deia Religión y política para el siglo XXI Hay que redescubrir que las religiones alimentan también compromisos solidarios y profundamente altruistas, que son depósitos de compromiso y de esperanza que pueden socializar a las personas, en particular los jóvenes, en una normatividad estructurada y estructurante, prevenirlos contra el pesimismo reinante e incitarlos a actuar javier elzo 04.08.2021 | 00:14 Religión y política para el siglo XXI era postmoderna y que, en el contexto de lo religioso, nosotros preferimos el término de era post-secular) es el resultado de todo un proceso que ha conducido al ser humano occidental a buscar emanciparse de numerosas coacciones colectivas, religiosas y otras, que limitaban su libertad individual. En la sociedad occidental ultramoderna (EE.UU., Francia, Gran Bretaña, Alemania y Centroeuropa, los países nórdicos, y gran parte de España), la radicalización de la secularización (así Euskadi, una sociedad muy secularizada) está conduciendo a lo religioso al corazón de la vida colectiva pública (aunque todavía no en Euskadi), mientras que se ha creído poder encerrar lo religioso en la conciencia individual privada y en la práctica de ritos al interior de los edificios de culto. Es la exculturación sociocultural y política de lo religioso. Algo a lo que nunca el cristianismo ha querido reducirse. Es un retorno que acepta inscribirse en el marco del debate público democrático y que no demanda nada de particular más que de participar, al lado y con los otros, en una discusión colectiva sin que la calificación religiosa de los contribuyentes sea un motivo de supremacía ni de descalificación o de marginalización.