05/07/2021 01:04 Cuando yo tenía dieciséis o diecisiete años, heredé de un tío mío un anorak que, ignoro por qué razón, tenía una bandera canadiense cosida en la pechera, muy visible. En aquella época, en las familias numerosas como la nuestra la ropa pasaba de mano en mano hasta que ya no se podía llevar, pero a mí ese anorak me llegó en muy buen estado. Era de color azul celeste, y el rojo vivo de la hoja de arce de la bandera, rodeado de blanco, creaba un contraste muy llamativo. En aquellos años, hice largos viajes por Europa en autostop, que entonces era un medio de transporte fácil y relativamente seguro. Siempre llevaba aquel anorak. No tardé en darme cuenta de que la rapidez con la que los coches me cogían tenía cierta relación con aquella bandera. Llegué a hacer el trayecto de Barcelona a Copenhague en dos días y medio, un récord del que todavía hoy me siento orgulloso.