El matrimonio anarquista surge con el casamiento de los escritores, una decisión «inesperada» por sus amigos y familiares. Para la gran mayoría de personas el matrimonio puede simbolizar algo retrógrado, casposo e incluso represivo. Sin embargo, los escritores Nadal Suau (Palma, 1980) y Begoña Méndez (Palma, 1976) rechazan esta idea tan extendida –especialmente en la actualidad, con el auge de las teorías queer, el poliamor y las reflexiones en torno a la feminidad y la masculinidad– y reivindican el matrimonio como «acto poético», pero lejos del «amor romántico».