Nunca la hostelería había disfrutado de tanto protagonismo en una campaña electoral como del que gozó durante la antesala de los comicios a la presidencia de la Comunidad de Madrid. La popular Isabel Díaz Ayuso situó al sector en el epicentro de su gestión, agitando incansablemente la bandera de la «libertad» con la que su gobierno había manejado las restricciones a estos negocios durante la pandemia y contraponiéndola con la de otras regiones «socialistas» que fueron más duras con estas limitaciones para contener la crisis sanitaria.
La abrumadora mayoría cosechada por el PP madrileño avala que la estrategia ayusista triunfó en las urnas, pero ¿cómo ha funcionado a nivel sanitario y económico? El hecho de mantener la hostelería abierta o con medidas mucho más laxas ha contribuido a que Madrid haya estado multiplicando por más de 10 las tasas de incidencia de otras autonomías como la valenciana durante los últimos meses, afectando de paso a la recuperación de la conectividad con algunos importantes mercados turísticos como Reino Unido para este verano. Ayuso y su partido rebaten estas críticas escudándose en la peculiaridad geográfica de Madrid y asegurando que esas políticas, por contra, han permitido mantener abiertos los locales, «salvando» así negocios y puestos de trabajo.