Apuntes del Secretario domingo, 11 de julio de 2021 00:52 Pegó fuerte, en distintos ámbitos, la muerte de Carlos Alberto Reutemann, un auténtico ídolo popular y una de las pocas figuras de otros ámbitos que desembarcaron con real éxito en el mundo de la política. Dos días de duelo decretó Nación para despedir al santafesino, cuyo final no sorprendió porque llevaba meses con serios problemas de salud, pero igualmente generó mucho dolor. El querido “Lole”, hombre de campo adentro que desandaba varios kilómetros a caballo para ir a la escuela primaria y luego vivió seis años como pupilo recibiendo educación jesuita, se hizo hábil como conductor precisamente por las libertades de la vida rural, que a los 7 años le permitía salir a manejar el Ford 40 de su padre. Cómo llegó de allí a la Fórmula 1, máxima categoría del automovilismo deportivo, es digno de una película. Hoy sería imposible repetir esa trayectoria, ya que todo se define por sponsors hipermillonarios, respaldos multinacionales y una selecta cartera de contactos, tanto que el propio Lewis Hamilton, británico que es el actual campeón y lucha por su octavo título, señaló recientemente que la categoría se convirtió en un club de niños millonarios.