Matías, el apóstol suplente, de Julio de la Vega, se publicó por primera vez hace exactamente 50 años, en 1971. Tres años antes había salido a la luz –por decirlo así– mediante su participación en el primero de los concursos Erich Guttentag organizados por la editorial Los Amigos del Libro.
En ese certamen, un jurado dirigido por Mario Vargas Llosa le concedió la mención honrosa, al mismo tiempo que entregaba el primer premio a Los fundadores del alba, de Renato Prada. De este modo entraron en la escena literaria nacional dos de las más importantes novelas contemporáneas. Tomando en cuenta que en 1969 también apareció Tirinea, de Jesús Urzagasti, puede decirse que este fue un annus mirabilis de la literatura boliviana.