Al margen de las posibles responsabilidades en los procesos judiciales del rey Juan Carlos I y de su indiscutible deterioro político y moral, se debe acabar cuanto antes su extraño destierro.
Por más que se quiera dar por cerrada la crisis diplomática, al chantaje no se puede responder con una chapuza, a riesgo de que utilicen las mismas debilidades en el futuro. Y todo, como siempre, a costa de los más débiles.
Decir "no lo sé" es terapéutico, asumir que no tienes ni idea de lo que va a ocurrir es sano, vivir sin certezas es un viaje incómodo pero sorprendentemente ligero. Ojalá saberlo todo, pero no todos podemos ser Sánchez Dragó.
Podríamos rellenar muchísimas páginas para concluir que la objeción de conciencia es individual. La propia teología moral y la dogmática de la Iglesia Católica reconocen la conciencia individual o la individualidad de la misma como el más alto tribun