La prórroga
07/07/2021 01:10
Se le reclamaba a España un partido con grandeza, como si lo hecho hasta llegar a Wembley no complaciera a los paladares más exigentes, o todavía resentidos, y lo firmó ayer ante Italia, tipo de adversario que imprime otra dimensión a quien logra doblegarle. 32 partidos sin perder llevaban los de Mancini, 13 seguidos ganando. Y llegó Luis Enrique con su grupo de secundarios, con esos Olmo, Morata, Pedri, Laporte, Unai Simón y compañía, bisutería para sus críticos, perlas para el técnico asturiano como partes de un colectivo, de una entrañable pandilla, y casi les deja en la cuneta. En realidad merecieron hacerlo, pero ya se sabe que el verbo merecer conjuga mal con la esencia del fútbol, un deporte de guiones retorcidos. De ahí su atractivo.