La paella de la Rahola es una tradición veraniega
como el posado en bikini de la Obregón, pero con más kilos, de arroz y de carne, esta última no en la cazuela sino en los cuerpos de los comensales. Como en tantos platos apetitosos, la receta es simple: se toman
unos quintales de expresidente fugado, una excolumnista famosa dedicada ahora a perorar sobre las cuitas de Rocío Carrasco y un ‘botiguer’ al que nombraron senador. Sazónese todo con una pizca de vicepresidente ocioso del ‘governet’ (valga la redundancia)
para darle un leve sabor institucional. Antes, se habrá preparado un sofrito a base de un par o tres de diputados, es imprescindible alguno que haya cambiado de chaqueta, pasar de Comuns a abrazar la fe lacista aporta al conjunto un punto de picante exquisito. Cocínese a fuego lento. Imprescindible: