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Está sentado solo al final de las butacas, lejos del resto de la gente. Walter lleva puestos unos jeans y una camisa a lunares, tiene poco más de 20 años y responde a todas las preguntas de quien oficia la ceremonia: un hombre de unos 35 años que habla en un portuñol bastante más español que portugués. ¿Alguien les obliga a poner una ofrenda? pregunta el pastor. No responden a coro las 20 personas que hay en el lugar. ¿Saben que el dinero que ponen es para ayudar a sostener este lugar? Sí dicen como respuesta final.