Los ojos de Chávez. Foto: Ismael Francisco/ Cubadebate.
Está encantado con la escena que contempla: un gigante en la casita de su abuela Rosa Inés, en Sabaneta de Barinas.
La puerta es bajita y aquel hombre, inmenso. “Esto parece una novela de García Márquez”, le comenta a su hermano Adán y sigue mirando a Fidel, como si fuera un sueño.
Esta no es cualquiera casa; es su
Macondo. El hogar en que nació, mejor dicho, en que lo trajo al mundo una partera. Donde crecieron él y Adán. Allí
mamá Rosa preparaba aquellos dulces que luego ellos vendían en el pueblo para ayudar a la economía de la familia. El jardín en el que le oía contar a ella, las historias y leyendas del pueblo…