En años de trabajo en la construcción, a Ramón nunca le habÃa pasado que los dueños no se acercaran ni un solo dÃa a ver los avances de la obra. Notó muchas cosas extrañas durante el año y medio que le insumió, junto a cinco peones, levantar una moderna casa de dos pisos en Serodino con el frente de color celeste. Siempre trataba con intermediarios, lo enviaban a distintos domicilios de Capitán Bermúdez a recibir los pagos y un buen dÃa, sin previo aviso, llegaron otros albañiles a construir una pileta. Lo que jamás imaginó fue que terminarÃa con su propia casa dos veces atacada a balazos por orden de un preso de la cárcel de Piñero, su cliente en las sombras, quien resultó incapaz de soportar una demora en las terminaciones.