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Cerrado el infame capítulo de la renovación del contrato de Panama Ports, llegaron los viajes para el presidente y su comitiva, “ministro consejero de facilitación de la inversión privada” incluido. Y con ellos, los acuerdos para futuros contratos que, siguiendo la ruta marcada por la negociación con la empresa que opera los puertos de Balboa y Cristobal, prometen beneficios… para algunos pocos.
Allí está como muestra, el memorándum de entendimiento entre Panamá y la empresa de Texas, Energy Transfer, como primer paso para la construcción de dos terminales conectadas a oleductos -una en el Pacífico y otra en el Atlántico-, para la recepción, transporte y exportación de gas licuado de petróleo. Un proyecto que contradice completamente nuestros compromisos con el Acuerdo de Paris, y nos pone del lado equivocado de la historia.