nadie se atreve a reunirse en la calle.
Manal Shqair, activista palestina de derechos humanos, habla en voz baja en un café del centro de la ciudad.
“Nuestro movimiento fue pacífico”, dice.
“Los miembros de las
fuerzas de seguridad palestinas, vestidos de civil y armados con porras, utilizaron primero gas pimienta. Luego nos golpearon, apuntando a las mujeres en particular. Algunas chicas
fueron agredidas sexualmente. Nadie pudo filmar estos abusos.
Incautaron de los teléfonos móviles”.
Autoridad Palestina
Para este activista, los palestinos pueden gritar su ira en la calle, pero sólo una fuerte presión internacional hará que sus líderes se dobleguen.