El caso de la Abog. María Laura Miers, la funcionaria del Congreso que, desde hace un año, trabajaba a tiempo completo en el domicilio del exsenador Óscar González Daher, condenado por los delitos de tráfico de influencias, declaración falsa y enriquecimiento ilícito, dista mucho de ser insólito. Se recordará que el exdiputado José María Ibáñez y el diputado Tomás Rivas (ANR) hacían aparecer a sus caseros como funcionarios de la Cámara Baja, para pagarles sus salarios. La funcionaria mencionada debió declarar ayer ante el Senado, pero una “oportuna” enfermedad, y el consiguiente certificado médico, impidieron el trámite. Es evidente que existe toda una estructura podrida que mantiene este atroz estado de cosas, contra la cual la ciudadanía debe rebelarse con sus votos.