«La experiencia de
Petricor está siendo muy positiva a nivel profesional y personal. A medida que avanza el montaje soy consciente de que la película podrá ayudar». Lo explica
Victòria Morell, cineasta y delegada en Balears de la Asociación de Mujeres Cineastas (CIMA), que tras tres años de seguimiento está en la fase final de su documental sobre los trastornos alimenticios, uno que trasciende la temática inicial porque «va más de los vínculos emocionales de aquellas heridas que nos marcan de forma profunda y esas cicatrices que aprendemos a abrazar con el tiempo».