El púgil madrileño echa un trago de agua para aliviar sus cuerdas vocales. Tose repetidas veces. Dice que son los nervios. Ángel, ¿cuántos legionarios había aquí ese día? Cuéntaselo , dice Dum Dum al camarero de El Nuevo Yantar, a escasos cinco minutos de la morada del boxeador.
Cuenta Pacheco que dos filas de legionarios le hicieron el paseíllo a lo largo de la calle. Todos
me hacían el saludo militar a mi paso . Ángel le observa con la media sonrisa de quien ha escuchado esa historia cientos de veces. ¿Verdad que fue así? , vuelve a preguntar Dum Dum. El barman, que da lustre a un vaso, asiente: Es verdad, es verdad . Orgulloso, enseña el campeón el carnet que acredita su título de Caballero Legionario de Honor. Carraspea, tose, vuelve a toser… pero ahora no quiere agua.