El Seguro de Salud debería garantizar el acceso universal a las transfusiones de sangre segura, eliminando el riesgo a que somete a miles de personas enfermas que necesitan de hemoterapia y cuya cobertura no se la garantiza la Seguridad Social, transfiriendo a los familiares de las personas enfermas, la responsabilidad de proveer la sangre que sus pacientes necesitan.