PUEBLA, MÉXICO, 28 de julio (Global Press Journal) La ceremonia comienza. El sol les calienta el rostro, docenas de personas se agitan mientras los
ancianos indígenas, conocidos como
abuelos, ofrecen semillas de chía y flores a la Madre Tierra. Un danzante va vestido de jaguar, y un penacho de plumas negras le cae por la espalda. La resina de copal perfuma el aire. Por turnos, quienes participan comunican sus intenciones invocando a los antiguos dioses.
“Ometéotl”, dice Mario Morán Rodríguez, el organizador, para referirse al proveedor de toda la energía cósmica.
“Ometéotl”, responden las personas funcionarias y activistas con un grito al viento.