LA NACION
Un peligro real que no debe ser relativizado
27 de junio de 2021
LA NACION
El poeta, que leía muy temprano los periódicos, se asomó a su balcón del hotel Grand Saint Michel y gritó a los cuatro vientos:
“¡Se cayó el hombre!”. Y todos los exiliados que pernoctaban en los alrededores se removieron nerviosos, en la esperanza de que fuese su propio dictador y no otro el que acababa de ser depuesto. Esto acontecía a mediados de la década del 50 en París, ciudad a la que habían ido a parar ilustres asilados de diferentes dictaduras latinoamericanas: