Cuando, en 1963, Josep Melià Pericàs culminó su obra Els mallorquins –publicada en 1967 debido a la miseria intelectual de la censura franquista– todavía subsistía en la Isla un sustrato social que se remontaba más de siete siglos atrás. Luego, en pocos años, se incrementó de forma exponencial el número de trabajadores peninsulares que emigraron a nuestra tierra en busca de las oportunidades que el turismo comenzaba a proporcionar. Aun así, una abrumadora mayoría de isleños hundía sus raíces familiares aquí.