Les aconsejo que si buscan información detallada y actualizada sobre el conflicto afgano y la fulminante victoria de los talibanes después de veinte años de guerra interminable no indaguen en este espacio ni escuchen tertulias en las grandes emisoras de radio o las principales cadenas de televisión para no empacharse de basura y falsedades chismosas (trash y bullshit). Más allá de la realidad fáctica lo que me fascina es la discusión moral que siempre se enraíza en una suerte de convicción inamovible: hay malos y buenos. Es muy fácil detectar lo que alimenta este maniqueísmo tranquilizador y complaciente: no queremos aceptar el mundo atroz en el que nosotros vivimos, los afganos matan y los matan, los migrantes africanos son tragados por el mar a millares o devueltos a palos a cualquier país. Sí, todo es un poco menos aterrador si suponemos que bajo la desolación, el espanto y la crueldad existe un oculto, o evidente, o defendible orden moral. No lo hay, por supuesto.