Conservas Friscos llegó a disponer de tres fábricas en España y una en Holanda. Pero se desprendió de activos, vendió factorías como la de A Pobra do Caramiñal (en 2004) y centralizó toda su actividad en el ayuntamiento de Catoira, donde se había asentado en 1978. Esta decisión, unida a una firme apuesta por el I+D, un ambicioso plan de internacionalización y el uso de materia prima gallega de calidad, llevaron a la factoría vikinga y a la marca, fundada en 1946, a convertirse en una potencia mundial dentro de su sector.