Las
niñas de Guatemala tienen sueños, inalcanzables a sus ojos, pero baratos desde el otro lado del océano. Unas desean ser veterinarias, otras arquitectas, secretarias, maestras, peritos agrícolas. El sueño de
Micaela López Santay, de 12 años, es ser doctora. “Mi mama se murió y a mí me pareció que
los doctores no hicieron nada para poderla salvar. Entonces decidí que ser doctora sería una buena elección para
ayudar a las demás personas”, explica de primera mano esta niña que está terminando primero básico, el equivalente a primero de la ESO, gracias a una beca.