Una matinée en la ópera
ESTÁ bien lo del monólogo de
Sánchez en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona, esa luz tenue, como la dudosa luz del día, ese escenario desnudo e incluso frágil, porque la política es al final un ejercicio de representación, en el sentido teatral del término, un equilibrio difícil entre el acto solitario sobre las tablas, los decorados del fondo (aquí, apenas, las banderas), lo que sucede entre bastidores, que nunca conocemos bien, y, claro es, el apuntador, el asesor de turno recitando las líneas del guion, evitando en lo posible que el texto final se llene de la grasa incómoda de las morcillas.