La fusión nuclear es considerada por sus defensores la energía del mañana, en especial porque genera pocos residuos y nada de gases de efecto invernadero.
Los investigadores, dirigidos por Paul Young de la universidad de Lancaster, descubrieron a través de modelos que los productos que dañan la capa de ozono habrían también degradado la capacidad de las plantas para almacenar el CO2.