Meses antes de la elección parlamentaria como jefe del Estado de Amadeo I de Saboya, uno de sus principales valedores, el ministro gallego Eugenio Montero Ríos elaboró la Ley para el ejercicio de la gracia del indulto, cuya finalidad era ordenar el perdón gubernamental para los participantes en la llamada revolución Gloriosa que depuso del trono a Isabel II.