El padre de Carlos Fonseca
Somocista uno, guerrillero el otro. Servían en trincheras enfrentadas a muerte. Sin embargo, la sangre se impuso y entre padre e hijo se desarrolló una relación intensa y difícil de la que poco han hablado los libros de historia
Tania Sirias
Una mañana de enero de 1967, don Fausto Amador Alemán se baja sofocado de su auto y entra intempestivamente a una pequeña casa de tablas, ubicada en el barrio Santa Rosa, frente a la empresa Sovipe, en la Carretera Norte de Managua. Con poco aliento logra decirle a su hijo Carlos Fonseca Amador: