Tokio 2020 Secciones Si en el imaginario colectivo
la ideología ha sustituido a la política, el
deporte en nuestros días se apresta a cumplir con la
antigua función de la épica. El deporte suscita emociones colectivas de un modo único,
pacificando incluso el espíritu bélico de los pueblos. El relato de la gloria reservada a los elegidos acompaña la grandeza de los derrotados con ejemplaridad. Cuando felicitaron a
Eddy Merckx por ganar su tercer Tour debido a la cruel caída de
Luis Ocaña, el gigante belga respondió airado: “¡No, al contrario! Hoy lo he perdido”. Esto solo lo dice un caballero a la antigua, un hombre forjado en el honor. No siempre es así, por supuesto, y caer en la
Tokio 2020 Secciones Si en el imaginario colectivo la ideología ha sustituido a la política, el deporte en nuestros días se apresta a cumplir con la antigua función de la épica. El deporte suscita emociones colectivas de un modo único, pacificando incluso el espíritu bélico de los pueblos. El relato de la gloria reservada a los elegidos acompaña la grandeza de los derrotados con ejemplaridad. Cuando felicitaron a Eddy Merckx por ganar su tercer Tour debido a la cruel caída de Luis Ocaña, el gigante belga respondió airado: «¡No, al contrario! Hoy lo he perdido». Esto sólo lo dice un caballero a la antigua, un hombre forjado en el honor. No siempre es así, por supuesto, y caer en la romantización del deporte resulta estúpido, más aún en esta época de contratos multimillonarios. Pero cierto ideal meritocrático subsiste en él a pesar del afán igualitario de nuestro tiempo: su rito es el de la victoria o la derrota en