Basta acudir a las hemerotecas para dar con episodios tan significativos
como el viaje a Cuba de Manuel Fraga y el de Fidel Castro a España, las visitas de José María Aznar y Mariano Rajoy a la isla y la lógica necesidad permanente de
preservar las inversiones españolas en la isla presentes y futuras para comprender que más allá o al margen de ideologías, la realpolitik impone sus reglas insoslayables. Los integrantes del Gobierno que, motu proprio o requeridos, han dado su parecer se han atenido al realismo, como lo han hecho los de la Unión Europea, sin olvidarse de