Desde lo más alto del empinado estadio de San Petersburgo se divisa el aspecto infinito del Mar Báltico. Allí, bajo un cielo que nunca consigue anochecer, amaneció de nuevo España, infinita e inesperada para alcanzar por quinta vez en su historia unas semifinales de Eurocopa. De aquella primera estampa de 1964 a esta de 2021, tras una tanda de penaltis donde quedó grabado el nombre de Unai Simón, como lo hizo en 2008 o 2012 el de Iker Casillas.
Todas ellas desembocaron en una final. Y sólo una dejó un rastro de espinas que aún hoy escuecen. La España de