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Las imágenes de los desalojados de la ciudad siria de Alepo que ahora malviven en la región petrolífera del país sirven a uno de nuestros lectores para recordarnos las proporciones de la tragedia que ha desbaratado la vida de tantos sirios y que por la costumbre hemos dejado de percibir. Hace falta a veces esta mirada inesperada, desde un ángulo distinto, para que recobremos la conciencia y comprendamos lo espantoso de algunas situaciones con las que miles de nuestros semejantes tienen que convivir a diario. No hace mucho un adolescente español se quejaba de que no era justo que lo tuvieran confinado con PCR negativa. Tampoco es justo lo que les sucede a los niños sirios que se dejan la salud soldando tanques de fuel. El mundo está lleno de injusticias. Conviene no olvidar cuáles son de veras insoportables.