No es un hotel normal. Se sabe en cuanto uno pone un pie sobre el suelo empedrado del patio que recibe al visitante repitiendo el patrón de un
cortijo andaluz con solera. Con su fuente en medio,su mosaico de azulejos blancos y azules y un puñado de tiestos con rosas estratégicamente colocados. No faltan
buganvillas asomando por las esquinas. Ni un edificio principal al estilo de un palacete con su fachada blanca encalada.
Cuando uno atraviesa su puerta, insiste en la idea: no es un hotel normal. Es
Finca Cortesín. Lo sabe el huésped, pero también las publicaciones más importantes del