TOKIO —
Katie Ledecky será la primera en reconocer que sus estándares son casi imposibles de cumplir, especialmente en esta etapa de su ilustre carrera en la natación.
Siempre ha que querido nadar más rápido — una singular mentalidad que le ha llevado a la cúspide de su deporte. Pero no es un objetivo razonable cuando es algo que has logrado en múltiples ocasiones.
“Es una auténtica bendición y una maldición”, dijo con cierto atisbo de ironía.
En un lapso de algo más de una hora el miércoles en el Centro Acuático de Tokio, la estadounidense captó el tipo de perspectiva que podría ayudar a otros atletas olímpicas que lidian con el peso de expectativas desmesuradas cada cuatro años, o cinco en el caso de estos Juegos Olímpicos que fueron aplazados por la pandemia.