0
Comentarios
Hace años,
Fernando Fernán Gómez montó un espectáculo teatral utilizando como único texto anuncios por palabras de los periódicos. El monólogo iba saltando entre ofertas, búsquedas, alquileres y prestaciones varias. Los espectadores pasaban del subidón emocional a la carcajada, de la sorpresa a la intriga. Era menos lo que decían aquellas frases breves y bien matizadas por la voz y la cadencia del gran actor, que lo que dejaban entrever. En uno de los mensajes alguien vendía la ropa de un recién nacido, “sin usar”, y una cuna, “sin estrenar”. El tono al leerlo no dejaba lugar a dudas. Esa canastilla encerraba un drama.