El Consejo de Ministros ha declarado la isla de La Palma zona catastrófica y ha aprobado dedicar 10,5 millones de euros a comprar más de cien viviendas, muebles y electrodomésticos, para albergar a las personas más damnificadas. La decisión, presentada como una pequeña parte de las ayudas de emergencia para la reconstrucción futura de la isla, se ha adoptado el mismo día en que se conoce que el avance destructor de la lava desde los cráteres de Cumbre Vieja al mar ha sepultado ya cerca de 750 edificios, tragándose viviendas, iglesias y escuelas, sepultando carreteras y caminos, y destruyendo todas las infraestructuras de transporte eléctrico y distribución de agua que encuentra en su lento avance hacia el mar, aún a dos kilómetros de distancia del frente de lava. Las imágenes del satélite revelan que más de 250 hectáreas de cultivos han sido devastadas por completo, y todo hace prever que la expulsión de lava más fluida –un nuevo capricho del volcán, que ha pasado de comportarse como un volcán stromboliano a hacerlo como una hawaiano- puede llegar a alcanzar hasta un millar más de edificaciones y destruir entre uno y dos centenares de hectáreas más, antes de que la lava encuentro su camino en dirección al mar, si al final lo encuentra.