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18:30 horas
A principios de año, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) se dio cuenta de que, a lo largo de 2020, se habían diagnosticado en torno a un 20% de cánceres menos en el país. Esto era un problema porque no había ninguna razón para pensar que la incidencia real del cáncer en España había bajado; es decir, era un problema porque uno de cada cinco casos estaban sin diagnosticar con el consecuente “un impacto negativo en supervivencia y paliación” de la enfermedad.
Estamos hablando de 30.000 personas y, por desgracia, no es un fenómeno restringido al cáncer. Ni las enfermedades cardiacas, ni la diabetes, ni la hipertensión desaparecieron con la llegada de la pandemia; pero el miedo al contagio, las restricciones de movilidad y la interrupción (total o parcial) de los servicios sanitarios hicieron que lo pareciera. Esas y otras muchas enfermedades sencillamente desaparecieron de los hospitales y los centros de salud.