Solo se han disputado tres jornadas y el calendario todavía marca días de agosto, pero el Mallorca llega al primer parón de la competición instalado en la atalaya de la clasificación y la sensación de estar asistiendo al nacimiento de un EQUIPO así en mayúsculas. De un bloque armado, solidario, ambicioso, ordenado, al que es difícil crearle ocasiones -no recuerdo ninguna parada meritoria de Reina-, que arriba tiene veneno y que se bate el cobre en una presión adelantada y después en el repliegue. Es el inicio soñado para un recién ascendido que todavía se encuentra en construcción y que, por lo tanto, todavía tiene un amplio margen de mejora...