“Se involucraba mucho en el trabajo de portada, por ejemplo, en la calibración de los colores. Se tomaba su tiempo, avanzábamos y retrocedíamos, pero él tenía muy claro lo que quería hacer con sus libros. Recuerdo con particular emoción la última presentación que hizo en la Feria del Libro de Santiago. Las presentaciones de Pedro en FILSA eran un verdadero acontecimiento: copaba la sala y se hacía esperar, cual diva que era. Se encerraba por horas en su camarín donde probaba vestuario y maquillaje. Esa última vez, la prueba de sonido hizo aún más extensa la previa, dado que por su cáncer de laringe, prácticamente no podía hablar”.