TOKIO —
Fue un gran momento para Naomi Osaka. También para el nuevo Japón, la lucha contra la injusticia racial, las deportistas y el tenis.
La tenista, cuatro veces campeona de torneos del Grand Slam, encendió el viernes el pebetero durante la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Tokio.
La elección de Osaka como último relevo de la llama olímpica ganó muestras de aprecio en todo el mundo.
Desde luego en Japón, donde nació Osaka y el país por el que juega. Pero también en Haití, un país sumido en problemas, donde nació el padre de la tenista. Y desde luego en Estados Unidos, donde reside la deportista mejor remunerada del mundo, quien además se ha pronunciado en contra de la injusticia racial.