Entre la lista cada vez más creciente de rehenes secuestrados por la dictadura en Nicaragua, hay un buen número de mujeres de distintas edades y credos políticos, unidas por el fervor de la libertad y la democracia, valores que en mi país se imponen ahora ante cualquier diferencia ideológica. Volver a ser una república, como demandaba desde las páginas del diario La Prensa Pedro Joaquin Chamorro, el héroe nacional asesinado por Somoza en 1978.
No las conozco a todas, pero se de ellas por su integridad moral, y su valentía, demostradas a cada paso en la lucha cívica por rescatar al país de las garras del autoritarismo caprichoso, y no pocas veces vengativo, que se ha impuesto por encima de la institucionalidad democrática, de la que solo quedan escombros.