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Un reciente suceso policial protagonizado por un cantante de cumbia en el país puso, nuevamente, en agenda el problema de maltrato a la mujer que lejos de ser controlado ha ido en aumento en medio de esta pandemia, según estadísticas que exhiben diversas instituciones. Diversos programas de televisión pusieron al descubierto la censurable golpiza que dicho cantante mediático le había propinado a su esposa, dejándole el rostro y varias partes de su cuerpo amoratado, ejerciendo, al mismo tiempo y como señaló la denunciante, violencia sexual contra ella.
Toda violencia contra la mujer es repudiable y no se debe permitir. Lamentablemente, es la secuela de una sociedad machista y abusiva que se resiste a desaparecer, pese a los esfuerzos que se realizan con este propósito. El hombre mentalizado con los cánones del machismo ve como natural ejercer la violencia física o verbal contra la mujer aprovechando su condición de ser más fuerte físicamente. A lo largo de la historia, la violencia en general se ha tolerado y estimulado como una forma de resolver los conflictos. Y en lo que respecta a la mujer dicha violencia fue asumida en la sociedad como una expresión de superioridad del sexo masculino sobre el femenino. Intolerable desde todo punto de vista.