Fue ahí, en el Coppel de Tepalcates en la alcaldía Iztapalapa, donde conoció a César, un joven que abandonó su cuerpo sin vida luego de que se accidentaron en moto cuando regresaban de una fiesta, la madrugada del 1 de junio.
“Voy a llegar tarde”, le había avisado a su papá, don José Alfredo Ortiz, vendedor de dulces y botanas, quien descansaba acostado cuando recibió la llamada que le sacudió la vida.
Era una chica altruista
Por eso, le emocionaba saber y compartir que tenía todo listo para cumplir el que sería su más grande deseo: comprar un departamento con el fruto de su trabajo.