Reconozco que el recuerdo de aquellos días aparte de lágrimas me provoca ciertos sentimientos encontrados. Desde el momento de su cruel secuestro todos los medios se llenaron de reportajes sobre
aquel joven concejal del Partido Popular en Ermua destacando su candidez, su inocencia, “un chico que no le interesaba la política”. El crimen con saña y odio precedido de una tortura durante dos días a aquél concejal provocó que toda la sociedad española en su conjunto saliese a la calle a manifestarse.
Fue la primera vez que los españoles en masa, pero ciudadanos como nunca, tuvieron un comportamiento de dignidad frente al terrorismo de ETA. Miguel Ángel no fue su primer crimen.