Los delincuentes actuales procuran no dejar huellas. Series televisivas como CSI o Bones les han enseñado a llevar guantes e intentar borrar cualquier rastro biológico en el escenario del crimen. Pese al interés que ponen no siempre lo consiguen y suelen cometer errores, lo que permite a la policía esclarecer lo ocurrido. Pero hay otro tipo de rastro, el que dejan los teléfonos móviles en las antenas, en la nube y en las redes, que no parece preocuparles tanto y que permite localizarles. La lucha contra la delincuencia ha encontrado en los teléfonos móviles y en las nuevas tecnologías herramientas eficaces para esclarecer todo tipo de delitos. La geolocalización, las imágenes y los mensajes telemáticos son un nuevo hilo del que tirar y así se han cazado ladrones, pedófilos, asesinos o conductores temerarios.