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A pesar del Covid, de los Juegos Olímpicos y de tanta bomba informativa, una de las noticias de la semana es el primer aniversario de un evento que la historia colocará entre los más despreciables de los protagonizados por la clase política en lo que va de siglo XXI, y también de los más humillantes para una sociedad que sigue siendo incapaz de reaccionar.
La historia termina poniendo las cosas en su sitio, pero la sociedad llega siempre al futuro marcada por las batallas que antes libró contra sus propios miedos. Y en esta ocasión, de la derrota que ha sufrido a manos de su propia clase política se derivarán consecuencias tan imprevisibles como destructivas, tanto para la escala de valores como para la confianza en las instituciones.